El paramo

El paramo

“El páramo”, el primer largometraje dirigido por David Casademunt, nos sumerge en un mundo de terror rural. La película se desarrolla en una cabaña aislada en pleno siglo XIX, donde una madre y su hijo quedan solos tras la marcha del padre. Sin embargo, su situación cambia radicalmente cuando una misteriosa y violenta criatura acecha el lugar, poniendo a prueba sus inseguridades.

La escenografía desempeña un papel crucial en la creación de la atmósfera de la película. Aquí están algunos aspectos destacados:

La cabaña fue realizada en Blancas un pequeño pueblo de Teruel rehabilitando una antigua paridera. La cabaña perdida en medio de la nada la convierte en un elemento fundamental, un personaje mas.  El aislamiento y la soledad se refuerzan al situar la historia en un marco histórico del siglo XIX, una época de guerras y conflictos en España.

La película aborda temas de soledad y aislamiento. La elección de una cabaña remota y la ausencia de tecnología actual contribuyen a esta sensación primaria de aislamiento.
Casademunt utiliza el género del terror para explorar emociones personales. La enfermedad de su padre, que presenció durante su adolescencia, inspiró la película. El cine le permite hablar de estas emociones a través de códigos cinematográficos, como la presencia de una criatura monstruosa.
La película nos recuerda que el cine tiene la capacidad de expresar lo que no se puede decir literalmente. La escenografía y la historia se entrelazan para crear una experiencia inmersiva.

En resumen, “El páramo” es un viaje cinematográfico que combina elementos de terror, soledad y emociones personales. La escenografía transporta al espectador a un mundo donde los monstruos pueden surgir tanto dentro como fuera de la pantalla.